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Políticas migratorias, efectos perversos

Foto del escritor: Victor ChoraVictor Chora

En el caso de los mexicanos que deciden emigrar, una mejoría en su situación no puede depender del grado de efectividad que tengan las políticas migratorias de nuestro vecino, sino más bien de políticas internas que eleven su nivel de vida aquí y reduzcan su deseo de emigrar.



Hace poco se cumplió un año de la tragedia de los migrantes indocumentados que murieron asfixiados en la caja de un tráiler que los llevaría a la ciudad de Houston. En aquella ocasión, 19 migrantes murieron porque el chofer del vehículo los abandonó encerrados, todavía muy lejos de su destino, en una gasolinera a las afueras de Victoria, Texas.

Estas muertes que se acumulan a las de decenas de migrantes que en su intento de alcanzar el sueño americano fallecen año con año en el lecho del río o en el agobiante calor del desierto son una muestra de lo ineficaces que pueden resultar ciertas medidas encaminadas a contener estos flujos migratorios.

El proceso de integración económica de Nor- teamérica ha fomentado el libre movimiento de mercancías y de capitales pero no del factor trabajo. Entre 1985 y 2000, el comercio total entre México y Estados Unidos se multiplicó por ocho, al mismo tiempo que el gasto del vecino del norte en patrullaje y vigilancia de la extensa frontera se multiplicó por seis.

El número de oficiales de la patrulla fronteriza se duplicó y las horas empleadas en patrullar la frontera se triplicaron. Durante la década anterior, dos de las 10 categorías laborales de mayor crecimiento dentro del gobierno federal de los Estados Unidos fueron precisamente la de “inspector de inmigración” y la de “agente de la patrulla fronteriza”.

Sin embargo, este incremento en los recursos destinados a impedir la inmigración ilegal no ha logrado los resultados deseados. Diversos estudios han encontrado que no existen efectos significativos del endurecimiento de las políticas de inmigración sobre el flujo de inmigrantes a ese país.

La concentración de recursos humanos y tecnológicos de la patrulla fronteriza en lugares específicos, simplemente, redirecciona los flu- jos migratorios hacia otros sectores o bien tiene como consecuencia la realización de intentos que conllevan un mayor nivel de riesgo.

Es esta percepción por parte de los migran- tes de una mayor probabilidad de ser detecta- dos, lo que los hace optar por medidas cada vez más riesgosas como la de pasar escondidos en compartimientos, cruzar el río por zonas donde hay una menor vigilancia pero la corriente es más fuerte, o transitar vía el menos vigilado pero a la vez inhóspito desierto.

No obstante todo lo anterior, a mediados de los 90 la probabilidad de ser aprehendido se es- timaba en apenas un 20 por ciento por intento.

Para resumir, el principal efecto de la “militarización” de la frontera ha sido el de reducirlas intenciones de regresar a casa por parte de los migrantes que logran pasar, ya que el intentarlo repetidamente es sumamente riesgoso, pero no el de reducir la intención inicial de emigrar.

Otro ejemplo interesante, y más reciente, de política migratoria tiene que ver con la nueva ley de protección para los trabajadores agrícolas de la Florida, aprobada el 14 de ma- yo pasado por la Asamblea Legislativa de ese estado. Aparentemente, esta nueva ley pondrá todo el peso sobre aquellos contratistas locales que no cumplan las condiciones laborales mí- nimas de quienes trabajan en ese sector de la economía.

Podríamos vincular las causas que originaron esta nueva ley con el nacimiento, allá por 1986, de leyes que penalizaban la contratación de trabajadores indocumentados. Estas leyes promovieron el cambio de un sistema de empleo directo por parte de los dueños de las plantaciones, hacia uno de subcontratación, en donde el contratista se quedaba con una tajada de la remuneración del trabajador. El efecto final –y perverso– de estas leyes fue reducir las percepciones y empeorar las condiciones de trabajo de los migrantes.

Éstos son ejemplos de cómo, a través de ciertas medidas, se pueden obtener resultados más bien contrarios a los deseados. Sin embargo, en el caso de los mexicanos que deciden emigrar, una mejoría en su situación no puede depender del grado de efectividad que tengan las políticas migratorias de nuestro vecino, sino más bien de políticas internas que eleven su nivel de vida aquí y reduzcan su deseo de emigrar.


Victor Chora

Maestro en Políticas Públicas

Publicado en el periódico EL NORTE el 22 de mayo de 2004

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