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Miopía Laboral

Foto del escritor: Victor ChoraVictor Chora

En México la mitad de los profesionistas se ocupa en actividades completamente distintas a lo que estudiaron.



Este es el tipo de país en el que, entre más educación hayas recibido, más difícil se vuelve encontrar trabajo. De acuerdo con el último censo, los graduados de universidades enfrentaban una mayor tasa de desempleo –17 por ciento– que los graduados de educación media superior. En este país, cientos de universidades reciben a millones de estudiantes cada año tan sólo para convertirlos, al cabo de cuatro o cinco años, en titulados que nadie quiere contratar.

No pocos pensarán que nos estamos refiriendo a México, aunque siendo honestos, estamos hablando de la India. De cualquier manera, la similitud del caso es extrema.

Nuestro país, al igual que la India, está sufriendo por la desarticulación y la poca calidad de su sistema educativo, desde preescolar hasta profesional.

El Subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Székely, así lo ha reconocido al afirmar que ese nivel “está abandonado, no tiene identidad ni mecanismos de evaluación, carece de criterios normativos y está desvinculado del sistema básico, del superior y del sector productivo”, o dicho de otra manera, a ese nivel nadie lo pela y está desvinculado de todo.

En relación a la evaluación, el mismo Subsecretario estima que el próximo año será posible aplicar la prueba ENLACE, junto con la correspondiente al nivel de educación básica.

En virtud de que resulta muy difícil mejorar lo que no se puede medir, lo de la evaluación suena lógico y adecuado, sin embago, ¿no debimos haber hecho esto hace mu- cho tiempo? Parece increíble que pasen los años y los sexenios y siempre volvamos al principio. Carecemos de las bases para seguir avanzando.

Los resultados obtenidos por nuestro país en casi todo, son consistentes con la actitud de miopía que han demostrado algunos o muchos de nuestros líderes.

Hoy estamos como estamos por esa actitud, pero podemos estar seguros de que estaremos peor en el futuro, si seguimos así.

Por ejemplo, en 2005 el Presidente Vicente Fox se enorgullecía al señalar que México tenía menor desempleo que cualquier país de Europa o de Latinoamérica, aun después de la corrección a la medida de desempleo utilizada por el INEGI, con el fin de cumplir con los requerimientos de la OCDE.

Cuando todos esperaban que la tasa corregida fuera superior a la obtenida con la vieja medida, resultó ser incluso inferior.

El INEGI se apresuró a decir que eso se debía al efecto de la migración y a que en México no hay un seguro de desempleo, por lo que un desempleado no se atiene a que- darse en esa situación y se mantiene decidido a encontrar trabajo o a emigrar.

En lugar de esa actitud de miopía hacia el problema, lo más sano hubiera sido reconocer el enorme subempleo que existe, el cual de ser considerado daría como resulta- do una medida de desempleo más razonable que la actual.

Si no, ¿cómo se explica que México tenga tasas de desempleo inferiores a las de Estados Unidos y Canadá? Simplemente ridículo.

Este 1 de mayo, como todos los anteriores, hay razones para conmemorar, más no para celebrar, el Día del Trabajo en México.

No se puede celebrar ese día en un país en el que la mitad de sus profesionistas se ve obligado a ocuparse en actividades completamente distintas a lo que estudiaron.

Tampoco se puede celebrar ese día en un país en el que se le pide a los jóvenes que contemplen la posibilidad de convertirse en plomeros (dicho con respeto para ellos) en lugar de profesionistas.

Si bien un sistema educativo altamente competitivo puede direccionar de manera intrínseca a los individuos hacia aquellas profesiones u ocupaciones para las cuales demuestren una mayor habilidad, el Gobierno no puede solicitar que te conviertas en plomero por decreto.

La paciencia se agota. Urge implementar las medidas que incrementarán la calidad de nuestro sistema educativo, ya.

Es preferible decir lo que Keynes dijo a quienes instaban a tener paciencia en medio de la gran depresión. Decían que en el largo plazo el mercado haría que la economía recuperase el pleno empleo, a lo que Keynes respondió: “sí, pero en el largo plazo todos estaremos muertos”.


Victor Chora

Publicado en el periódico EL NORTE el martes 01 de mayo de 2007

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