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La medición de la pobreza

Foto del escritor: Victor ChoraVictor Chora

Aunque la pobreza es un fenómeno multidimensional y que no puede reducirse a una simple estadística, su medición es una herramienta útil e importante que sí se puede reflejar a favor de la población en pobreza.



En un editorial de Sergio Elías Gutiérrez publicado en EL NORTE el día 5 de agosto con título “Nosotros los Pobres”, se aborda el siempre polémico tema de la pobreza.

Se señala en el editorial que la pobreza afec- ta a entre 55 y 65 millones de mexicanos, sien- do ésta, dice el editorialista, la conclusión a la que llegaron estudiosos y funcionarios públicos después de meses de discusiones.

Acertadamente se menciona que a la pobreza se le clasificó en varios tipos; pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio. Para terminar con este punto, se menciona textualmente que “llegar a estas definiciones no sirve de mucho a quienes la sufren ni disminuye la gravedad de este flagelo social”.

Primero que nada, me gustaría dejar claro que comparto con él la tristeza que provocan situaciones como la que describe, sobre la niña que fue abandonada sin vida por sus padres.

Ejemplos tan crudos seguramente los hay todos los días y, aunque ciertamente es triste e incluso desmotivante, estas situaciones deben al menos indicarnos claramente que todos los sectores de la sociedad tenemos muchísimo por hacer al respecto.

Sin embargo, me gustaría aprovechar este espacio para hacer algunos comentarios sobre la utilidad de contar con una metodología de medición de la pobreza.

Aunque la pobreza es un fenómeno multidimensional y que no puede reducirse a una simple estadística, su medición es una herramienta útil e importante que sí se puede reflejar a favor de la población en pobreza.

Esto es así porque la medición permite, entre otras cosas, evaluar el desarrollo del país en términos del mejoramiento de las condiciones de vida de la población.

Permite también evaluar distintas políticas públicas y programas en términos de su incidencia sobre la pobreza; sencillamente lo que no podemos medir, tampoco lo podemos evaluar.

Precisamente con este objetivo fue que en 2002 se convocó a un grupo de expertos nacionales, miembros ellos de diversas instituciones y universidades, para conformar un Comité Técnico para la Medición de la pobreza en México.

Este Comité efectivamente diseñó una metodología, la cual ellos mismos señalan, puede perfeccionarse. Los principales resultados, con base en la información estadística de 2000, fueron que un 18.6 por ciento de los hogares se encontraban en situación de pobreza alimentaria, un 25.3 por ciento en pobreza de capacidades y un 45.9 por ciento en pobreza de patrimonio.

Los hogares en pobreza alimentaria son aquellos cuyo ingreso por persona es menor al necesario para cubrir las necesidades de alimentación, correspondientes a los requeri- mientos establecidos en la canasta alimentaria de INEGI-CEPAL.

Los hogares en pobreza de capacidades son aquéllos con ingreso menor al necesario para cubrir el patrón de consumo básico de alimentación, salud y educación.

Por último, los hogares en pobreza patri-

monial son aquellos que no pueden cubrir ali- mentación, salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte público.

En total, siguiendo esta metodología y con base a la información estadística del 2000, po- co más de la mitad de los mexicanos, 53.7 por ciento, se encontraban en situación de pobreza en ese entonces.

Con la aparición de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del 2002, se puede replicar la misma metodología presentada por el Comité y obtener las nuevas medidas de pobreza para ese año.

Los nuevos resultados indican que el porcentaje de hogares en pobreza alimentaria disminuyó de 18.6 a 15.8 por ciento; el porcentaje de hogares en pobreza de capacidades se redujo de 25.3 a 21.1 por ciento y el porcentaje de hogares en pobreza patrimonial disminuyó de 45.9 a 44.1 por ciento.

Las causas que motivaron estas modestas reducciones están en discusión todavía, sin embargo, es positivo el hecho de medir con una misma regla a través del tiempo este fenómeno. Esto permite hacer comparaciones, aunque tampoco se dice que la metodología no sea perfectible.

La discusión abierta y respetuosa de estos temas es saludable, ya que abre caminos a la búsqueda de soluciones a un problema que, como bien señalaba el editorialista Sergio Elías Gutiérrez, no es nuevo y que sobre todo, hiere profundamente los anhelos de toda sociedad que busque un mínimo aceptable de bienestar para todos sus miembros.


Victor Chora

Maestro en Políticas Públicas

Publicado en periódico EL NORTE el 09 de agosto de 2003

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