Por Victor Chora
Publicado en el periódico EL NORTE el 14 de noviembre de 2010
Un reconocido profesor de economía escribió en uno de sus libros sobre su cena
de fin de año, en la que preguntó a sus invitados cuál consideraban que era el mayor logro alcanzado por la humanidad en el siglo que terminaba. Algunos dijeron que haber llegado a la Luna, otros mencionaron que las computadoras, pero al final, los invitados coincidieron en que el mayor logro había sido incrementar, de manera tan significativa, la esperanza de vida de la gente en todo el mundo.
Algunos estarán de acuerdo con ello y otros no tanto, pero al me- nos en el caso de México, la esperanza de vida promedio al nacer se ha incrementado de 34 años para alguien que nació en 1930 a 75 años actualmente.
Es reconfortante pensar que aspiramos a vivir incluso más que eso, pero un efecto colateral de lo anterior es que si vivimos más años, se extiende el periodo de tiempo en que podríamos requerir de atención médica, además de
que dicha atención resultará más costosa, ello en virtud de que así son los padecimientos propios de los adultos mayores de esta época, como la hipertensión arterial, la diabetes y el cáncer, entre otros.
En el caso del IMSS, una gran parte del gasto médico actual se va precisamente en la atención de estos padecimientos, estimándose que para 2050 el 60 por ciento del gasto total se lo llevarán únicamente los primeros dos.
Si bien ésta es una de las causas por las que el IMSS enfrenta un creciente problema financiero en sus seguros médicos, el mayor reto para la viabilidad financiera del Instituto está representado por el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de sus propios trabajadores o RJP, ello a pesar de las reformas realizadas en los últimos años.
En 2010, la nómina para pagar las pensiones de los ex trabajadores del IMSS ascendió a 33 mil millones de pesos. Este monto se seguirá incrementando exponencialmente durante los próximos años y en 2013, por ejemplo, se requerirán 20 mil millones de pesos adicionales, es decir 53 mil millones, para cubrir el RJP correspondiente únicamente a ese año.
Para darnos una idea, estos recursos correspondientes a 2010 re- presentan poco más de la mitad del presupuesto del Programa Oportunidades, que brinda apoyos para la educación, salud y alimentación
a casi 6 millones de familias en pobreza, es decir, alrededor de 24 millones de personas. Mientras que los recursos del RJP están destina- dos únicamente a medio millón de personas, entre trabajadores actuales del IMSS con este derecho a futuro y los jubilados y pensionados ya existentes.
Otro indicativo de la cantidad de recursos que absorbe el RJP es que, para solventar estos pagos, a partir del 2009 el IMSS ha tenido que echar mano de las reservas en su fondo laboral, el cual, si bien en 2008 ascendía a 43 mil millones de pesos, terminará por agotarse completamente en 2012.
Encontrar una solución a la problemática del RJP es sumamente complicado y requiere del entendimiento de todos los actores involucrados, en el conocimiento de que la viabilidad del Instituto, tal y como lo conocemos, depende de ello.
Por otro lado, en el caso de los seguros del IMSS relaciona- dos con servicios de salud, una alternativa es aumentar las cuotas obrero-patronales. Sin embargo, esta alternativa debe ser bien analizada, toda vez que podría afectar la competitividad de las empresas y terminar en una disminución de los trabajadores afiliados.
Otra alternativa sería aumentar las contribuciones del Gobierno federal o, incluso, transitar hacia un esquema de seguridad y protección social más integral, eliminando a cambio varios programas sociales mal focalizados.
Sin embargo, antes de pensar en soluciones de este tipo, es necesario reconocer que la problemática financiera actual repercute directamente en la cantidad y calidad de los servicios prestados a los derechohabientes, traduciéndose en menos camas, hospitales y medicamentos, así como mayores tiempos de espera y una infraestructura deteriorada.
En el caso de México, una contribución importante al incremento de nuestra esperanza de vida seguramente se la debemos al IMSS. Es preciso buscar la viabilidad de esta institución, pero lo más importante es aspirar en el futuro a una mejor atención médica y no a una peor.
El autor es maestro en políticas públicas.
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