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¿Controlar tasas de interés?

Foto del escritor: Victor ChoraVictor Chora

Por Victor Chora

Publicado en periódico EL NORTE el 28 de diciembre de 2008


Durante su participación en la 19 Convención del Mercado de Valores, Carlos Slim encendió el debate al mencionar que las tasas de interés que se cobran en México por el uso de las tarjetas de crédito son excesivas e insostenibles, toda vez que éstas llegan a ser hasta 10 veces la tasa que los bancos pagan a sus depositantes.

Asimismo, Slim se refirió al círculo vicioso que representan las elevadas tasas, al ser ésta la causa de la falta de pago. Por último, sugirió que una tasa de 3 ó 4 veces el costo de captación sería suficiente y que la medida adecuada para llevar las tasas a este nivel sería poniéndole un techo a las mismas.

En lo que respecta a la primera premisa, en general creo que Slim tiene razón. La diferencia entre la tasa de interés que los bancos cobran y la que pagan es muy alta. De hecho, algunos analistas han señalado que mientras que el costo de captación promedio es de 7 por ciento, la tasa de interés promedio en las tarjetas de crédito es de 42 por ciento, es decir, seis veces ese costo.

Parecería entonces que Slim exageró un poco, pero si se considera únicamente la tasa de interés promedio correspondiente a los bancos más grandes de este país, este múltiplo sube a casi ocho, y si se va uno con el banco que cobra la tasa más alta, se aproxima uno a la cifra de Slim.

En cuanto a la segunda premisa, también estoy de acuerdo con Slim, ya que es de esperarse que a mayores tasas se incremente la probabilidad de no pago por parte de los deudores.

Finalmente, en cuanto a la sugerencia de ponerle un techo a las tasas, creo que ésta no representa la alternativa más adecuada. Pienso, como muchos otros, que la mejor manera de alcanzar una reducción en las tasas es fomentando una real competencia entre los bancos.

El sistema bancario mexicano está bastante concentrado. Mientras que en Estados Unidos existen más de mil bancos e instituciones de ahorro grandes, en México existen tan sólo 42 instituciones de banca múltiple. La diferencia es considerable aun tomando en cuenta la diferencia entre ambas economías.

Lo más notable es que, en México, el 83 por ciento de los activos es concentrado por tan sólo seis bancos, quienes además controlan el 78 por ciento de las sucursales y el 90 por ciento de los cajeros. Según una encuesta realizada en el 2006 por el Banco de México, tan sólo siete instituciones financieras sirven al 98 por ciento de las empresas encuestadas.

Como en todo, pueden existir argumentos a favor y en contra de la competencia en el sistema bancario. No obstante, se han documentado ampliamente los efectos negativos que se derivan de una alta concentración de mercado en este sector.

En primer lugar, cuando no hay competencia en el sistema bancario, los bancos pueden ejercer su poder de mercado cobrando altas tasas a los negocios y a los deudores y pagando bajas tasas de rendimiento a los depositantes.

Cuando las tasas son demasiado altas, se distorsionan las decisiones empresariales en cuanto a la ejecución de proyectos, limitando con ello la inversión, el incremento en la productividad e incluso la innovación tecnológica.

En segundo lugar, cuando el mercado bancario está altamente concentrado, la cantidad de créditos otorgados es inferior a la cantidad que resultaría si el mercado fuera más competitivo.

Esta limitación en el otorgamiento de créditos afecta más a unos sectores que a otros. Por ejemplo, hay industrias que generan grandes cantidades de recursos de manera interna, los cuales pueden destinar a inversión; otros sectores, por su parte, son más dependientes del financiamiento externo y, al igual que los nuevos negocios, sufren más para conseguir un crédito en presencia de un sector bancario altamente concentrado.

En resumen, la combinación de tasas altas y créditos limitados tiene como efecto una menor acumulación de capital, que a su vez se traduce en un menor crecimiento económico.

El Banco de México ya ha señalado que además de incrementar la competencia, la mejor manera de reducir el costo del crédito es fomentando una mayor cultura financiera por parte de los usuarios y propiciando un mayor acceso a la información.

Los anuncios de televisión en donde nos invitan a hacer un uso inteligente del crédito, así como la voz en off en donde vertiginosamente se nos informa a cuánto asciende el CAT (costo anual total del crédito) quizás representen un avance en esa dirección, sin embargo aún queda mucho por hacer en cuanto a fomentar la competencia de este sector.


El autor es maestro en políticas públicas.


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